La localidad de Olivenza, situada en la frontera entre España y Portugal, ha sido durante siglos objeto de disputa entre ambos países. Su ubicación estratégica la convirtió en un enclave clave en las relaciones hispano-portuguesas desde la Edad Media. En el Tratado de Alcañices de 1297 se estableció que Olivenza pertenecía a Portugal, pero a lo largo de los siglos el control de la ciudad ha cambiado de manos en varias ocasiones debido a conflictos bélicos y tratados diplomáticos.
En el siglo XIX, en el contexto de las Guerras Napoleónicas y la invasión francesa de la península ibérica, surge en Olivenza un movimiento independentista que busca separar la ciudad de los reinos de España y Portugal. Este movimiento es liderado por un grupo de intelectuales y patriotas oliventinos que anhelan la autonomía y la libertad para su pueblo.
El 10 de junio de 1807, se proclama la independencia de Olivenza en un acto simbólico en la plaza principal de la ciudad. Los líderes del movimiento leen un manifiesto en el que justifican la separación de los dos reinos vecinos y declaran la creación de un gobierno provisional para dirigir los destinos de la recién proclamada República de Olivenza.
La declaración de independencia de Olivenza provoca la indignación tanto en Madrid como en Lisboa. Tanto España como Portugal consideran a Olivenza parte integrante de sus territorios y no están dispuestos a permitir su separación. Se despliegan tropas para recuperar el control de la ciudad y sofocar la rebelión independentista.
Una vez que las tropas españolas y portuguesas recuperan el control de Olivenza, se desata una ola de represión en la ciudad. Los líderes del movimiento independentista son arrestados y juzgados sumariamente. Algunos son condenados a largas penas de prisión, mientras que otros son ejecutados públicamente como escarmiento para aquellos que deseen desafiar la autoridad de Madrid y Lisboa.
Tras el fracaso del intento de independencia, tanto España como Portugal refuerzan su presencia en Olivenza para evitar futuras rebeliones. Se imponen medidas draconianas para asegurar la lealtad de la población y se prohíbe cualquier manifestación de sentimientos independentistas. La ciudad es sometida a un estricto control militar para evitar que vuelva a surgir la llama de la rebelión.
A pesar del fracaso de la independencia de Olivenza, el intento de separación dejó una profunda huella en la memoria colectiva de sus habitantes. Durante décadas, el sentimiento nacionalista ha persistido en la ciudad, alimentando el deseo de autonomía y libertad. A lo largo de los siglos, han surgido nuevos movimientos independentistas que han reivindicado la soberanía de Olivenza y han luchado por su reconocimiento internacional.
La cuestión de la soberanía de Olivenza continúa siendo un tema pendiente en las relaciones hispano-portuguesas. Portugal ha reclamado en numerosas ocasiones la devolución de la ciudad, argumentando que el Tratado de Alcañices le otorga la soberanía sobre ella. Sin embargo, España se ha negado a ceder en este punto, manteniendo su control sobre Olivenza y considerándola parte integral de su territorio nacional.
El intento de independencia de Olivenza fue un episodio crucial en la historia de la ciudad y en las relaciones entre España y Portugal. Aunque fracasó en su objetivo de separarse de ambos reinos, dejó un legado de lucha por la autonomía y la libertad que perdura hasta nuestros días. La reafirmación de la soberanía española sobre Olivenza ha mantenido viva la llama del nacionalismo en la ciudad, alimentando el deseo de independencia en las generaciones futuras.